Fuente: El Tiempo
Los callos de las manos de Jesús Armando Graciano son prueba de que volvió a cultivar. No lo hacía desde hace 15 años, cuando la guerrilla lo desplazó de la vereda Llano Gordo de Dabeiba. Ahora vive en Bello Oriente (Manrique), una de las laderas más altas de Medellín. Lleva sombrero, machete y botas pantaneras. Hace fila con otros 25 campesinos para cambiar legumbres, cultivadas en el programa de huertas agroecológicas de Jardín Circunvalar, por productos de aseo y utensilios de cocina.