Claudia Rodríguez, la rectora que revive el trueque por sus instituciones
Todo lo que Claudia María Rodríguez Mariaca se propone, lo logra y le queda bien hecho. Su nueva meta es dejar la Institución Educativa Alfonso López, en la comuna 5 (Castilla), como nueva. Esta sede educativa está siendo intervenida con recursos de vigencias futuras y entre los arrumes de adobes, vigas, bultos de arena, ella vio la oportunidad de cumplirla.
La I. E. se está interviniendo con el plan de infraestructura educativa de la Medellín Futuro, la obra incluye mejora de techos, modernización de baños, adecuación de redes de servicios públicos, puertas, ventanas y entre otras actividades de obra que fueron priorizadas por la Secretaría de Educación y ejecutadas por la Empresa de Desarrollo Urbano.
La rectora cree que “los colegios deben ser espacios abiertos” porque “la dignificación de los espacios hace que los chicos y la comunidad educativa puedan disfrutar de la institución, que la sientan como suya”, así que la asignación de recursos cayó como anillo al dedo. Después de 12 años.
Por idea de Claudia los sobrantes de las obras no se descartan como basura, sino que el contratista se los entrega a la sede educativa y la rectora se encarga de intercambiarlos con empresas y amigos por materiales para poner aún más bonita esta sede donde más de 900 niñas y niños estudian.
“Estamos haciendo trueques. Nosotros entregamos la madera, los bajantes y las tejas y ellos nos donan cosas. ¿Cómo hemos hecho para saber que necesitamos? Nos hemos reunido con los profes, con la comunidad, con los niños de las tres sedes que tengo a cargo”, cuenta.
Y es que la Sección Escuela Municipal Kennedy, donde actualmente está todo el cuerpo docente y estudiantes “los niños ya estrenaron un parque infantil hermoso” producto de los trueques que se ideó Claudia.
La I. E. Alfonso López y la S. E. Crisanto Luque están conectadas físicamente y funcionan bajo la rectoría de Claudia. Actualmente, la Alfonso López cuenta con un avance de obra del 43 % y ya se iniciaron labores en la Crisanto Luque.
Más que una rectora
La vida de Claudia ha estado marcada por el liderazgo y la educación. “Yo he hecho de todo. Fui profesora en veredas y corregimientos muy lejanos como El Olvido y Mata en Vegachí y Cangrejo en el Suroeste de Antioquia. Ahí la violencia y los problemas sociales son el pan de cada día”.
Su labor en Castilla también tiene mucha historia. Lleva “más de 20 años en la comuna acompañando no solo a los estudiantes, profesores y maestros de diferentes escuelas, sino también transformando los espacios físicos con apoyo de la gente y apoyando los procesos sociales que nacen cerca de donde he trabajado” dice.
Pero su único papel no es como rectora, Claudia es madre de dos hijos: una es abogada y el otro es ingeniero. Natalia García, su hija, asegura que lo que más admira de su madre es la pasión y la actitud con la que hace todo lo que emprende. Y eso mismo es lo que les enseña a sus estudiantes. “Todos los días veo como con pasión cumple con su labor, nunca he visto que tenga pereza. Todos los días nos enseña que todo se hace con amor”, comenta su hija.
“Claudia es una mujer muy interesante en la medida en que se asocia con personas que le apoyan sus locuras. Aprendí algo de ella y fue ponerle mucha energía, aunque las cosas no estén bien porque ella siempre tiene una sonrisa para todo” cuenta el profesor Javier Peralta que también hace parte de la I. E. Kennedy.
Ahí en esta institución escuchó, creyó y creó el programa ‘Mr Kennedy’, liderado por el profesor Conrado Marín, que es una propuesta dentro de la escuela para generar un proceso de participación y creación audiovisual con los propios estudiantes para las plataformas digitales. Fue tan exitoso, que obtuvo reconocimientos no solo de la Secretaría de Educación, sino de la comunidad.
Un camino por recorrer
El camino de Claudia no fue fácil. Su padre murió cuando ella apenas tenía 7 años. Vivía en Urrao (Antioquia), con su familia, y recuerda siempre a su madre trabajando.
Todos los días tenía que caminar hora y media para llegar a la escuela y la complejidad del camino la obligaban a llevar los tenis del uniforme en una bolsa mientras portaba otro par diferente para que no se le ensuciaran y llegar impecable a su lugar de estudios.
Y aunque muchos recordarían este tipo de sacrificios con tristeza, Claudia asegura que eso forjó su carácter y, por supuesto, la enseñanza de sus maestros que siempre la animaron a seguir adelante. Ella dice que la educación está cambiando y le gusta ver que el mundo se transforma, que lo que más le gusta es la felicidad y la pasión con qué se hacen las cosas y que las niñas, niños y jóvenes le contagian todos los días.
Su primer empleo fue en una bomba de gasolina, luego llegaron nuevas oportunidades y aunque de niña soñó con ser odontóloga, quizá la vocación y ese cariño que siempre encontró en sus profesores, la llevaron por el camino de la educación. Porque Claudia tiene dos cosas claras: “al profesor hay que respetarlo y hay que dejarse guiar por él: la otra es que en la vida hay que luchar por lo que se quiere; que no hay tesoro más grande que la educación y que hay que ser buena persona para retribuirle a la sociedad” cuenta en compañía de su madre de 95 años y su hija.