Udiel Hernández en medio de su trabajo en el intercambio vial de Colombia
Elkin Darío Jaramillo Fernández no puede cargar cosas pesadas con su mano derecha y Udiel Manuel Hernández de la Cruz camina con pasos muy cortos y constantes pausas. Estas condiciones físicas no son impedimento para ser parte de la obra que construye las bases para el futuro metro de la 80.
Los dos son parte de los más de 130 empleados que construyen el intercambio vial de la calle 50 – Colombia que cruzará la avenida 80, una obra de la Alcaldía de Medellín ejecutada por la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU).
Y aunque un par de accidentes pusieron pausa a su vida de obras, proyectos, picas, palas y concreto, no los alejaron de ese mundo. El amor por ver cómo se transforma la ciudad con la construcción de puentes, vías, edificios, muros y cualquier otra obra pública los mantiene en este entorno.
Hoy Elkín Darío y Udiel Manuel son ejemplo de lucha y constancia en contra de las adversidades. Este proyecto, a través del contratista de obra Gisaico, supera el porcentaje exigido para la contratación de empleo social, que es de un 30 %. De los 134 trabajadores, 99 son mano de obra no calificada.
Elkin Darío trabaja en obras desde hace 17 años. Hoy cuida los materiales que llegan al proyecto y se encarga de la limpieza en el campamento y en actividades generales. En mayo de 2014, cuando el accidente ocurrió, trabajaba como oficial en la construcción de un muro de contención en el río Medellín.
“Estábamos llenando bolsacretos y la manguera de una motobomba se taponó, me tiró hacia arriba y caí encima del hombro”, relató. Tras tres cirugías y una incapacidad de 2 años por una fractura del mango rotador de su hombro derecho perdió toda la fuerza, pero no las ganas de sacar adelante a su familia.
Elkin realiza actividades generales en la obra
Él y sus hijos, de 12, 14, 17 y 18 años, viven en Urrao, municipio a 159 kilómetros de Medellín. Para poder dividir su vida entre el trabajo y la atención a su familia, Elkin trabaja en el turno de la noche durante cuatro días a la semana, de 6:00 de la tarde a 5:30 de la mañana, para descansar los otros cuatro días y viajar a estar con ellos.
“Soy padre cabeza de familia porque soy separado, y trabajo para que puedan estudiar, porque eso les permite tener mayores oportunidades. Yo le digo a mi hija mayor, que ya es mamá de un niño de dos meses, que yo no tuve cómo estudiar y por eso quiero que todos mis hijos lo hagan para que salgan adelante”, dijo el trabajador de 43 años.
Cuando la jornada de Elkin Darío termina, Udiel Manuel comienza la suya. Llega a las 7:00 a.m. a la obra a hacer su trabajo: dedicarse al aseo de los espacios o hacer las labores de ingreso del personal cuando alguno de sus compañeros se encuentra en descanso, vacaciones o incapacidad. Para poder estar puntual la jornada comienza antes de las 5:00 a.m.
Udiel vive en el barrio Acevedo, en el nororiente de Medellín, y toma el metro en la estación que lleva el nombre de su barrio. La movilidad en sus piernas es muy restringida, no puede correr o dar pasos muy largos, luego de que una roca de más de 300 kilos le cayera encima y le fracturara la columna y la zona pélvica.
Para llegar al intercambio vial, este hombre de 33 años, sale de su casa muy temprano para llegar a la estación Floresta a las 6:20 a.m. y así estar en la entrada de la obra cumplidamente, como le gusta.
130 personas trabajan en la construcción del intercambio vial de Colombia con la Av. 80
Su trabajo es el sustento de su familia: su esposa e hijastra, quienes hoy viven con su suegra en San Rafael de Lebrija, un municipio ubicado a 137 kilómetros de Bucaramanga, en el departamento de Santander.
Estas son las historias de dos de las cuatro personas que tienen alguna limitación física causada por trabajos pasados y que hoy están en este proyecto con una nuevas oportunidades para tener una mejor calidad de vida.
Aunque ahora su función es otra, para ellos es una satisfacción ser parte de esta megaobra de ciudad que aportará a la movilidad del occidente de Medellín y al futuro metro de la 80 que, si Dios quiere, como dicen, podrán abordar.
“En estos momentos le doy gracias a Dios por volver a estar en una obra, aunque no puedo hacer los trabajos que realizaba antes. La clave es llevar todo con calma y el mayor deseo es seguir ayudando a poner esta ciudad más linda”, dice Elkin.
Son conscientes que el intercambio vial no solo será una obra más de Medellín, sino que aportará a una nueva línea del metro, un orgullo de todos los antioqueños y un proyecto que unió sus discapacidades con sus sueños de seguir haciendo lo que más les gusta: transformar territorios.