Tejas, ladrillo, madera y escombros se reutilizan en la construcción del parque
Las máquinas y almadanas no están invitadas, aquí los trabajadores hacen una labor de filigrana. Es que no hay demoliciones, el parque del reciclaje urbano, en el barrio Prado, se levanta con el desmonte manual de lo que un día fueron edificaciones. Las piezas se separan una a una procurando preservar su integridad porque aquí lo que serían escombros se transforman en materiales de construcción.
Las huellas de la arquitectura del pasado, tan íntimas y características del barrio fundado por Ricardo Olano, se conservaron como una invitación al presente, en una tradicional esquina, donde Palacé se encuentra con las calles Manizales y Barranquilla. Es el primer parque enmarcado en las políticas públicas de construcción sostenible que aplican tres elementos fundamentales: el reciclaje, la conservación y el aprovechamiento de agua. Serán 5000 m².
Así se ve el Parque de Prado, con un avance superior al 90%
Las estructuras de patios interiores, huertas, vigas, baldosas y columnas no solo encontraron cabida en este nuevo espacio, son parte vital de su diseño. Se han aprovechado 2070 m³ de los 3114 m³ de residuos de la construcción, un 67 % del material hoy tiene un segundo ciclo de vida.
Las tejas y ladrillos de barro macizo, de esos que ya no hacen parte del mercado, fueron convertidos en muros y terrazas, en total se usaron 764 m² de adobe en el nuevo espacio. Las vigas de madera de los antiguos techos se transformaron en 21 bancas tipo alfarda que componen el mobiliario del lugar.
Los escombros generados, que en otras condiciones estarían camino a los botaderos, se usaron para los llenos de las nuevas zonas verdes: cerca de 3.000 m². de jardines con especies menores y más de 200 árboles, palmas y arbustos que son pilar del diseño, senderos y plataformas se adaptan a su ubicación, como sucedía en la Medellín antigua, cuando se planeaba el desarrollo vial y las calles se modificaban para respetar la presencia de un árbol.
Las construcciones tradicionales del barrio, antiguos habitantes del lote, se incluyeron en el diseño como parte del paisaje. Las fachadas de las casas, con su vista aun puesta hacia las vías, se transformaron en grandes portadas que conservan la memoria e invitan a disfrutar del parque.
El diseño escalonado evoca las montañas y la arquitectura de ladera, utilizando los diferentes niveles para crear terrazas y miradores, un espacio ideal para contemplar la ciudad abrazado de un entorno patrimonial.
Y no es solo reciclar, para aprovechar la lluvia, el parque adaptó su sistema de recolección a la pendiente, lo que permite recoger el agua y utilizarla para el riego de jardines.
El parque del reciclaje urbano es un cúmulo de pequeñas acciones como base de las grandes transformaciones, un referente a la viabilidad de construir de forma sostenible, aprovechando los recursos existentes y disminuyendo actividades como gastos de energía, agua, transporte de escombros y extracción de materiales, labores que, aunque a pequeña escala, generan un poco menos de presión sobre nuestro planeta.
