En 1946, Sonny Jiménez de Tejada sentó un precedente en la historia de Colombia, al ser la primera ingeniera civil y de minas en el país.
74 años después, luego de grandes luchas, las mujeres no solo representan la libertad de un estado social de derecho sino que ocupan grandes cargos en la política nacional y en grandes empresas de los sectores público y privado.
Un testimonio de ello es Mónica Marcela Vélez Hernández, ingeniera civil graduada en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, quien llegó a la Empresa de Desarrollo Urbano hace diez años.
Inició como asistente técnica administrativa y ahora es profesional líder en la Subgerencia de Ejecución. “Cuando llegué a la empresa me encargaba de liquidar contratos y sacar a delante los convenios para poderlos cerrar; luego fui profesional de apoyo y ahora soy líder en esta área, donde actualmente trabajan más mujeres que hombres”.
Mónica es una mujer que sobresale en la EDU por su carácter fuerte, su “tonito” como ella misma lo expresa, pero no es más que una forma de ejercer su profesión, en un gremio machista como el de la construcción.
Ese carácter se mimetiza cuando de hablar de su familia se trata. En su faceta de ingeniera, la disciplina y el orden son innegociables, pero a la hora de hablar de su esposo, de su madre, de su hermana y de su sobrina Mariana, las cosas ya son a otro precio.
“Mi familia es mi todo, mi piso y mi centro. Aunque somos muy pocos, la unión es algo que nos caracteriza”, expresa Vélez.
Es misma empatía la siente con las mujeres que trabajan en la entidad, en especial con las ingenieras, a quienes califica como unas berracas, porque “trabajan con pasión y hacen de todo para sacar los proyectos adelante, sin bajarle la cabeza a nadie, con orgullo y a la par de los hombres. Aquí todos trabajamos por igual”, asegura.
Para ella, la EDU ha sido una escuela que la ha formado como profesional y le ha dado el valor para demostrarse que con carácter y disciplina no hay género que sobresalga más, solo la valentía con la que se asumen los retos.