La magia que recorre el Centro

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Guayaquil, un imperio que se deja recorrer y sentir

Recorridos patrimoniales por Guayaquil, Comuna 10, abril 7 de 2019La El Centro de Medellín es un insondable y maravilloso misterio. Primero, debemos remontarnos al principio, al año 1541, cuando el capitán Jerónimo Luis Tejelo recibió la orden de Jorge Robledo, de hacer incursiones al norte de la reciente fundación de Cartago, en territorio que hoy hace parte del departamento de Antioquia; se registra el día 24 de agosto del año 1541 como la fecha del descubrimiento del Valle de Aburrá.

Años más tarde, don Gaspar de Rodas estableció algunos hatos de ganado en este cañón, dando así comienzo a las primeras labores de colonización. El 2 de marzo de 1616, Francisco Herrera Campuzano fundó el primer caserío llamado San Lorenzo de Aburrá, donde hoy conocemos el parque de El Poblado, comuna 14; más tarde, el fundador de esta noble ciudad, el capitán Miguel de Aguinaga, traslada este villorrio en 1646 al lugar de confluencia de la quebrada Santa Elena con el río Medellín.

Para 1890, la ciudad se extendió por la banda oriental y aparecen el palacio arzobispal, la plaza de mercado, la Universidad de Antioquia y el sector más asediado comprendido entre las calles Pichincha y Ayacucho con un eje fundamental: el Parque de Berrío, corazón de la bella ciudad de Medellín como rezaba en otrora la publicidad de una emisora local.

Nace así el amigo de todos y el lugar de trabajo de otros, el centro de Medellín, y uno de sus hijos más queridos: Guayaquil de Oro, ese transformado sector que en otro tiempo albergaba la plaza de mercado conocida como El Pedrero, donde los habitantes de La América, San Javier y Conquistadores, entre otros, conseguían sus mercados semanales; este Guayaquil de los años sesenta lleno de acogedoras cantinas como “La Pico de Loro”, “La Pielroja”, “La Dandy”, donde acostumbraban a reunirse allí grupos de intelectuales. Se dice que Manuel Mejía Vallejo escribió “Aire de Tango” sentado en una mesa acompañado de tragos de ron. Estos académicos que entre copa y copa y tinto y tinto lanzaban el comentario saleroso, el chisme político, hablaban del crimen de la semana y hacían crítica mordaz.

Además Guayaquil, hoy suelo del Parque de las Luces y el renovado Paseo Bolívar, era lugar de amañadero de míticos personajes, seres que llegaban a caer en la diversión y el entretenimiento del público en general, con sus célebres aberraciones, manías o alucinamientos se hacían de una personalidad muy popular; algunos de ellos eran: La Mococa, Trompa de Puerco, Bartola, Caifás y el recordado y muy querido Marañas, de frases muy gráficas y ocurrentes que pronunciaba con profunda picardía, como cuando en Medellín se inauguró por primera vez la luz eléctrica a voz en cuello expresó: “ Te jodiste luna… ahora, a alumbrar a los pueblos”.

Caminar Guayaquil es recorrer la historia de Medellín y también su transformación como lo hacen centenares de propios y extraños que vibran con los recorridos patrimoniales y con la historia de don Coriolano Amador, de los edificios Vásquez y Carré, de la estación del Ferrocarril de Antioquia, de la Biblioteca de EPM y del centro comercial más grande a cielo abierto donde existen más de 6.000 locales y 40.000 empleados con un millón de compradores por día, bautizado como “El Hueco”; ofertas, puestos ambulantes, calles regadas de todas las razas: negros, blancos, indios, mestizos; tantos acentos: ecuatorianos, paisas, bogotanos, costeños, con los infaltables marinillos, santuarianos y granadinos, hoy Guayaquil le quiere devolver el espacio al peatón, al ciclista, a las zonas verdes, hoy desea que miles de visitantes pisen sus suelos, porque de historia, transformación y de gente maravillosa está lleno Guayaquil del alma.

Autor: Mauricio Mejía

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